Gracias al Sol es posible la vida en la Tierra. Puede que no te guste el calor que produce, pero sin él no tendríamos agua en estado líquido, no existirían seres vivos y la Tierra sería un lugar bastante aburrido. Además, el ser humano ha sabido aprovechar el Sol de muchas maneras. Nos calienta, nos ayuda a producir vitamina D y también sirve para generar energía eléctrica, tan útil en la sociedad tecnológica en la que vivimos. Podemos generarla desde la Tierra pero también sabemos capturar energía solar desde el espacio.
Precisamente, la práctica totalidad de satélites artificiales que se mueven alrededor de la Tierra para brindarnos información meteorológica, telecomunicaciones y decenas de otros servicios, emplean placas fotovoltaicas para captar energía solar desde el espacio y así alimentar sus circuitos. En la Tierra hace unas pocas décadas que hemos logrado rentabilizar la energía solar. Convirtiéndola también en energía eléctrica para consumo doméstico y/o industrial. El siguiente paso, aprovechar la energía del Sol desde el espacio mismo y encauzarla a la Tierra para sacarle más provecho todavía.

La principal pregunta que podemos hacernos es: ¿qué ventajas tiene capturar energía solar desde el espacio en vez de hacerlo desde la Tierra? Es decir. Si ya estamos creando granjas solares y llenando tejados y azoteas de células fotovoltaicas, ¿qué añadido ofrece la energía solar directa del espacio?